Ley de trabajadores
sexuales
El Trabajo Sexual ha existido desde tiempos coloniales, existe ahora y va a seguir existiendo
La marginalización judicial y económica en la que viven los sectores laborales que la sociedad considera que “atentan contra la moral y las buenas costumbres” y las actividades realizadas por trabajadores que ejercen sin una titulación académica, es un precedente histórico. La Argentina no escapa de estas condiciones conservadoras y discriminatorias, donde se incluye el ejercicio voluntario del Trabajo Sexual dentro del país.
Aún cuando la prostitución no es un delito en Argentina, puesto que para que sea ilegal debería estar prohibido y no lo está, hay objeciones legales como los códigos contravencionales (que varían dependiendo de las regulaciones de cada Provincia) y de las consideraciones sancionadas dentro de la Ley de Trata de Personas, en la que se se concede a cualquier persona que facilite la realización de esta actividad (como el caso del arrendatario que le alquile a un Trabajador Sexual un espacio, sea su vivienda personal o no; donde se lleve a cabo el intercambio económico por la prestación de servicios sexuales) la denominación automática de proxeneta, que sí está penalizada.
Este tipo de condiciones más el prejuicio social y la discriminación, influye directamente en que lxs Trabajadorxs Sexuales en La Argentina sufran condiciones laborales precarias y que no cuenten con un apoyo legal ni por parte del Estado. La Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (AMMAR) fue creada en 1995 con el objetivo de buscar un reconocimiento de la faena sexual que realizan y los respaldos básicos que los trabajadorxs de esta profesión necesitan. En los últimos cinco años, AMMAR ha militado individualmente y dentro del movimiento feminista para convertirse en un actor político que tiene una voz y que se niega a seguir siendo humillada dentro de un sistema patriarcal y opresor.
La presentación de un proyecto legal sobre el Trabajo Sexual en el 2013 es una de las acciones más importantes que ha realizado este sindicato de trabajadores, actualmente presidido por Georgina Orellano, que en 2015 perdió estado parlamentario. Desde ese entonces, el activismo de AMMAR fue creciendo progresivamente hasta que se consolidó la denominación de Trabajadxr Sexual y que luego éste se consolidara como un actor político dentro de la sociedad.
Sin embargo, el ejercicio de la prostitución, en cualquiera de sus presentaciones (sea en el formato callejero, a través de la Internet u otras modalidades) sigue sin ser reconocido por el Estado y carece de un respaldo legal que iguale las condiciones laborales de los Trabajadorxs Sexuales con las del resto de los gremios dentro de la Argentina.
A raíz de la pandemia del COVID-19, durante el primer semestre de 2020, las desventajas laborales, de salubridad y también económicas de Lxs Trabajadorxs Sexuales se acentuaron. La cuarentena preventiva y obligatoria le imposibilita a gran parte de este gremio, que ofrece sus servicios en formato callejero, la realización de su trabajo y por ende el ingreso económico regular.
Desde AMMAR se dirigieron al Primer Mandatario de la Nación Argentina para expresar la precariedad general del colectivo de Trabajadorxs Sexuales y las consecuencias que implicaría el distanciamiento social obligatorio como impedimento de la realización de su labor regular. Sin embargo, no hubo una respuesta del Estado, aún cuando este sindicato buscó formas de comunicación para solicitar su ayuda.
Por esto antes mencionado, desde la junta directiva de AMMAR se organizaron para autoabastecerse y ayudarse entre colegas, a través de la difusión de un Fondo Monetario de Emergencia que se publicó en las redes, para poder recaudar aportes; tanto monetarios como de artículos básicos (por ejemplo: tapabocas, desinfectantes, alimentos no perecederos) y distribuirlos nacionalmente según las necesidades particulares de cada Provincia.
Los bienes recaudados a través de la cuenta habilitada por AMMAR y de las contribuciones de personas varias, han sido el sustento de muchos de lxs Trabajadorxs Sexuales durante el Coronavirus. La organización y el esfuerzo que han manifestado los directivos de AMMAR durante esta pandemia, han demostrado una fuerza y unión impecable. A su vez han reiterado la necesidad de un reconocimiento legal y por parte del Gobierno, para que su trabajo sea descriminalizado y aceptado como el de cualquier otro trabajador y poder disfrutar de los beneficios básicos de quienes trabajan bajo el amparo de un marco legal establecido.
En los últimos cuatro años, AMMAR se ha ocupado de generar múltiples mesas de debate y conversacionales en las que se han escuchado distintas puntualizaciones de lxs trabajadorxs. A raíz de esto y de la compañía y orientación de un cuerpo de abogados, se ha ido gestando un nuevo Proyecto de Ley de Trabajo Sexual Autónomo, que por cuestiones propias de la pandemia actual podría tener una presentación retrasada, quizá hasta el año que viene.
Este nuevo proyecto legal es una reformulación mucho más específica y amplia que el documento presentado ante el Congreso en 2013. Las principales consideraciones que se incluyen son: la despenalización del Trabajo Sexual, el reconocimiento del ejercicio de esta labor como una categoría oficial que les permita a quienes lo ejerzan poder monotributar y hacer declaraciones bancarias sin necesidad de fingir otras ocupaciones, así como la obtención de una jubilación y el respaldo sanitario de una obra social.
En palabras de Mariana Contreras, representante oficial de AMMAR en Santiago del Estero: “Es importante que haya una ley que legalice y respalde, no que regule. Necesitamos un marco legal que nos respalde con acceso a vivienda y cuentas bancarias, que podamos hacer aportes, que contemos con jubilaciones. Y también para dejar de violar los derechos humanos y laborales de los que nos privan. A mí me hubiera gustado retirarme con una jubilación”.
Estas declaraciones expuestas en el párrafo anterior, dan vida no solo a la individualidad de Mariana, sino también a la de todos aquellos que realizan el Trabajo Sexual voluntario en Argentina. El caso de quienes luego de ejercer muchos años la prostitución han tenido que retirarse sin tener una jubilación que los acompañe, o de las personas (en su mayoría trans y travestis) que son detenidas violentamente por los cuerpos policiales, y también de muchas de las mujeres que luego de ejercer el Trabajo Sexual han buscado otras alternativas laborales y se les ha negado por prejuicio.
Georgina Orellano, comentó que desde el punto de vista del Estado ella: “No combatiría la prostitución, sino buscaría otras oportunidades laborales y que sean mejores para todas no sólo para nosotras...La existencia de una ley de Trabajo Sexual la piensan muchas como una reivindicación del estado por todo lo que hemos sufrido.”
El Trabajo Sexual ha existido desde tiempos coloniales, existe ahora y va a seguir existiendo, sea reconocido por el Estado o no, así como el resto de las actividades laborales que no cuentan con reconocimiento ni respaldo gubernamental o legal. Dentro de las concepciones amplias que persiguen los ideales de AMMAR, Orellano nos comentó que: “Durante mucho tiempo considerábamos que éramos las únicas explotadas, pero nos dimos cuenta que no. Hay muchas otras profesiones con condiciones insalubres, pero a ninguna otra profesión se le quiere abolir”.
La militancia que se ha realizado en los últimos años por parte del colectivo de Trabajadorxs Sexuales persigue una agenda específica en pro y beneficio de quienes practican por voluntad la prostitución y a su vez del resto de los colectivos y minorías que necesitan una validación oficial y reconocimientos de sus derechos principalmente humanos y luego laborales.
La comunidad de Trabajadorxs Sexuales se ha pronunciado siempre de manera directa para que se erradique tanto la concepción discriminatoria como la victimización. Han reiterado a través de las redes sociales, entrevistas, crónicas, apariciones en televisión y radio y demás formatos, que quien ejerce la prostitución voluntaria lo hace bajo las mismas condiciones que cualquier otro trabajador, para obtener un ingreso económico que les permita suplir las necesidades básicas.
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